Thursday, September 14, 2006

Al fin caemos en cuenta, de por qué tanto chingado trailer repleto de galletas Marías rumbo a la Cordillera Madre.

Algunos contaban que durante ciertos auges mineros, los gambusinos subcontratados exigían cajas de galletas Marías como pago previo. En caso de negarseles esa prestación no había poder en el mundo que los hiciera penetrar las entrañas de la tierra.
Otros rumores decían que lo anterior era una exageracion y que las máquinas remontaban las cumbres, sólo para volcarse en determinadas curvas cercanas a restaurantes tradicionales de mariscos, situados en la Sierra Tarahumara (y es verdad, uno de esos restaurantes era el de mi tía Abigail).
Pero la verdad la verdad de a deveras sólo la sabemos en Balleza y ranchos circunnvecinos. Todo empezó cuando el Wicho le dijo al Javier:
-Oye primo, ¿pos cómo le hago?, la Chela me trae con la madre en rastras y no se qué decirle.
-No se me agüite mi compa-respondió el Javier-, ¡ire!, le voy a decir cómo le va hacer para acercarsele a esa morra, primero les va a preguntar a las amigas de la Chela qué es lo que más le gusta, luego va venadear a la Chela y se le atraviesa y le regala eso que más le gusta.
Cosa hecha adrede a la Chela le gustaban las galletas Marías como a casi todas las mujeres sierreñas del mundo, y ahí tienen que el Wicho se fue a comprar su caja de galletas para emboscar a la Chela, y pa pronto la encontró en la cancha de voleyball del rancho se le acercó sierreñamente y le dijo: "¡¡¡atásquese de galletas!!!".
Desde entonces, el atascadero de galletas Marías es el método preferido para cortejar y robarse a las sierreñas.

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